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Depresión

La depresión es un trastorno mental caracterizado por un estado de ánimo bajo persistente que afecta el funcionamiento y el pensamiento diarios.

La depresión puede ocurrir a cualquier edad, pero es más común en adolescentes y adultos jóvenes, entre 20 y 30 años. Se cree que los hombres tienen menos probabilidades de sufrir depresión, pero es más probable que las mujeres busquen ayuda de especialistas, por lo que la diferencia en los datos puede explicarse por estadísticas médicas insuficientes.

La depresión es una enfermedad muy grave, reduce significativamente la calidad de vida de una persona, afectando su estado de ánimo y sus relaciones sociales. Según las estadísticas de la OMS, la depresión es la segunda causa de muerte entre adolescentes y adultos jóvenes.

Aproximadamente 1 de cada 6 adultos experimentará depresión durante su vida. En todo el mundo, afecta a unos 300 millones de personas de todas las edades.

Según el cuadro clínico y la gravedad, la depresión se divide en leve, moderada y grave. Puede ser de larga duración (crónica), con recaídas frecuentes, especialmente si una persona no consulta a un especialista de manera oportuna.

Los criterios para la depresión son una disminución significativa del estado de ánimo durante 2 semanas o más, pérdida de interés en sus actividades favoritas, falta de deseo de comunicarse, aumento de la fatiga y retraso motor.

Causas

Se desconoce la causa exacta de la depresión. Se supone que en su desarrollo juega un papel importante una combinación de muchos factores: genéticos y biológicos (depresión endógena), psicológicos, socioeconómicos e interpersonales (depresión psicógena).

Factores de riesgo

  • Los factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar depresión incluyen:
  • tomar ciertos medicamentos (medicamentos para la hipertensión, pastillas para dormir);
  • abuso de alcohol, uso de drogas;
  • la presencia de enfermedades graves (dolor crónico, enfermedades cardiovasculares y oncológicas);
  • ansiedad asociada con cambios globales (incluso planificados) en la vida;
  • experimentar eventos traumáticos o estresantes (violencia física o sexual, muerte de seres queridos, problemas financieros, dificultades de adaptación social, fracaso escolar, problemas para comunicarse con los compañeros en la escuela, problemas para comunicarse con los colegas y presión en el trabajo);
  • ciertos rasgos de personalidad (baja autoestima, dependencia de otras personas y sus opiniones, mayor autocrítica, pesimismo);
  • antecedentes personales de otros trastornos mentales (trastorno de ansiedad, trastorno alimentario, trastorno de estrés postraumático);
  • antecedentes familiares (diagnósticos de depresión, trastorno bipolar , alcoholismo en familiares cercanos).

Síntomas

  • Tristeza, depresión, llanto , sensación de vacío;
  • pérdida de interés en las actividades habituales y favoritas (pasatiempos, sexo, deportes, trabajo);
  • incapacidad para realizar las actividades diarias, dificultades para comunicarse con otras personas (disminución del rendimiento académico, eficiencia en el trabajo, deseo de quedarse en casa, no salir);
  • arrebatos de ira, irritabilidad incluso por cosas pequeñas;
  • disminución del apetito y pérdida de peso o, por el contrario, aumento de los antojos de comida y aumento de peso;
  • trastornos del sueño ( insomnio o sueño excesivamente prolongado);
  • disminución de energía, aumento de la fatiga (incluso las tareas y tareas pequeñas requieren esfuerzo y concentración adicionales);
  • una disminución notable o un aumento atípico de la actividad motora (incapacidad para quedarse quieto, necesidad de movimientos activos y caminar o, por el contrario, inhibición de los movimientos y del habla );
  • sentimientos de culpa e inutilidad, fijación en fracasos ocurridos en el pasado;
  • alteración del proceso de pensamiento, concentración, problemas para recordar, incapacidad para tomar decisiones;
  • dolor inexplicable en diferentes partes del cuerpo ( dolores de cabeza , dolor de espalda );
  • deseo de autolesionarse;
  • pensamientos de muerte o suicidio, intentos de suicidio.

Diagnóstico

El médico examina al paciente, le hace preguntas sobre su estado de salud y la presencia de enfermedades. En algunas patologías (trastornos endocrinos, desarrollo de tumores malignos, enfermedades cardíacas y vasculares, deficiencia de vitaminas), se pueden observar síntomas similares a los de la depresión, por lo que se prescriben pruebas de laboratorio para excluirlos.

Un criterio importante para diagnosticar la depresión es una conversación con el paciente, un interrogatorio cuidadoso sobre los síntomas, el estado de ánimo, los pensamientos, los sentimientos y las sensaciones. Para cubrir todas estas cuestiones de la forma más amplia posible, el médico puede pedir al paciente que rellene un cuestionario especial. Para hacer un diagnóstico (determinar un tipo específico de depresión), el médico utiliza escalas de evaluación y criterios de depresión especialmente desarrollados.

Tratamiento de la depresión en adultos y niños.

En la mayoría de los casos (hasta un 80-90%), la depresión responde bien al tratamiento, lo principal es no avergonzarse de su condición y consultar a un especialista a tiempo. Dependiendo de la situación individual (la necesidad de ayuda psicológica o psicoterapéutica), se recomiendan visitas periódicas a un psicólogo o psicoterapeuta para corregir el estado psicológico mediante terapia cognitivo-conductual e interpersonal, y se prescriben medicamentos (antidepresivos). Se pueden complementar con estabilizadores del estado de ánimo (estabilizadores del modo) o fármacos antipsicóticos (neurolépticos). El tipo de antidepresivo depende del tipo de depresión y de los síntomas que experimente. Muy a menudo, el tratamiento comienza con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Es muy indeseable dejar de tomar un antidepresivo por su cuenta sin consultar a su médico.

A veces el tratamiento requiere un enfoque combinatorio: una combinación de psicoterapia y farmacoterapia. En casos graves (por ejemplo, cuando existe amenaza de autolesión), si es necesaria una monitorización constante, se recomienda el tratamiento hospitalario para el paciente.